
Arsenal es un equipo que me simpatiza mucho, por su plantel, por su filosofía de juego y principalmente por su Director Técnico, a mi modo de ver, de los más sabios de la Argentina. Gustavo Alfaro hizo de este equipo un rival a tener en cuenta. Acá están sus frutos: nada más y nada menos que el nuevo campeón de la Copa Nissan Sudamericana. Es un premio grandísimo para este equipo, que se lo merece. Primero, porque es un equipo efectivo. Segundo, porque supo sacar provecho del factor que más daño causa al rival: ganar de visitante. El equipo de Sarandí se hizo fuerte fuera de casa y gracias a eso hoy festejan su primer título internacional. En Guadalajara vencieron a Chivas (1-3), en Brasil derrotaron al Goiás (2-3), en su país superaron, en el Nuevo Gasómetro, a San Lorenzo (0-3) y en penales, hicieron lo mismo ante River, en el Estadio Monumental. Además, vale recordar que también se llevaron los tres puntos ante el América en el Azteca (2-3). Sin embargo en casa no se vieron tan fuertes. Pero, gracias a una gran operancia fuera de casa, no fue necesario.
El partido de hoy fue tenso, electrizante. Disputado, esta vez, en el estadio de Racing de Avellaneda, fue quizá de los mejores del año a nivel sudamericano. Los locales salieron a ampliar su ventaja (con dos goles de diferencia en contra se quedaban sin Copa) y los de Brailovsky a buscar los goles. Lo cierto fue que el equipo mexicano no pudo controlar el partido en ninguna faceta del mismo, los locales impulsados por el empuje de la hinchada, sorprendieron al errar goles tan claros como los que tuvieron Mosquera o Calderón, entre otros. Y me quedó con este último. El aporte de José Luís Calderón 'Caldera' ha sido inestimable para su equipo. En sus espaldas carga un currículum bastante amplio. Disputó grandes partidos con la camiseta de Independiente allá por la década del 90. A sus 37 años sigue siendo, para mi, de los delanteros más peligrosos del fútbol argentino. Ya tiene bajo el brazo un campeonato apertura logrado con Estudiantes y grandes partidos disputados allá por el año 1997, guardados seguramente en el corazón de muchísimos hinchas de Independiente. Hoy no se pudo dar el lujo de marcarle a uno de sus ex equipos, pero su aporte fue determinante. Volviendo al partido, lo que tengo que decir es que, desde mi punto de vista, América no se mereció siquiera marcar un gol. Fue un fantasma en la cancha, sin chispa y anulado por el fisicamente indestructible mediocampo de Sarandí. Uno de sus jugadores más talentosos, Federico Insúa, desapareció de la cancha y cuando lograba conectar con el balón se ponía muy nervioso (lógico, ex jugador de Independiente jugando en la cancha de su eterno rival, Racing. Los silbidos no tardaron en llegar). El resto fue de Arsenal. Tanto Mosquera como Matellán taparon bien (no así brillante como en otros casos) los intentos de ataque mexicano. Sin embargo, llegó el autogol de Díaz al intentar rechazar un balón. El 0-1 no bajó la autoestima de los locales pero si que se la levantó a los mexicanos, que ahora estaban mucho más cerca de la Copa. Durante el desarrollo del partido, repito, el Arsenal tuvo situaciones tan claras que no se entiende como sufrió tanto este equipo. Si hubieran concretado al menos el 20% de las mismas el resultado hubiera sido muy distinto. No hubo respiro, y menos luego de la buena jugada elaborada por el América que terminó en gol de Díaz con un excelente remate de bolea. Sentí que se derrumbaba el imperio de Sarandí (hoy en Avellaneda), que estos meses de ensueño si nublaban. Brailovsky cambió su sistema colocando a 5 defensas, lo que todavía me caía peor. Y con mas empuje que cabeza, con más corazón que fútbol, llegó un tanto inédito, una jugada increíble de Andrizzi, que desde el suelo elude a dos rivales para luego definir y meter el 2-1. Se caía todo el Cilindro. Un equipo que jamás tuvo repercusión internacional se llevaba una Copa merecida por realizar un torneo brillante.
Felicidades Arsenal.
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